martes, 10 de febrero de 2009

Cuidado con algunas jotas


En Ariño, hace años, cuando se obraba en las casas, normalmente intervenía un albañil como profesional y una o varias personas de la familia del promotor ayudaban como peones. En cierta ocasión, el albañil que se contrató era notable por lo bien que cantaba y lo bien que ingeniaba jotas alusivas a las distintas circunstancias. El dueño de la casa, promotor de la obra, se llamaba Vicente y estaba constantemente insistiendo para que el albañil cantase una jota de las suyas. El albañil se resistía, diciendo: “No quiero, porque se enfadará”; pero fue tanta la insistencia, que al final el albañil cantó así:

– Alabo al señor Vicente...

El Sr. Vicente dijo:

–¡Ole, ole! ¡No me enfado, no!

El albañil continuó la jota, cantando:

– Porque amasa mal y poco...

Aquí el Sr. Vicente se mantuvo callado y no dijo nada.

– Con la punta de la lengua...

– Se va lamiii...nando el moco... ¡EL MARRANO!

El Sr. Vicente saltó como un resorte:

– ¡A MÍ ESO NO ME LO DIGAS!

Y el albañil concluyó con sorna:

– ¡No le dije que se enfadaría...!

¡Qué difícil es aceptar la imagen que de nosotros tienen los demás, si no es buena!
Hay que añadir que entonces, igual que ahora, los albañiles tenían lista de espera y además su posición era más sólida que la de quienes los contrataban.

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