jueves, 21 de mayo de 2009

Las ranas de Ariño

En un pueblo como Ariño, donde había ranas por todas partes, me parece obligado el dedicar un artículo a estos simpáticos animalejos, porque quizá llegue un momento en que solo sean un recuerdo de tiempos pasados.

Me referiré concretamente a las de mi pueblo, que son las que conozco bien, porque a lo largo de la Tierra las hay de muchas clases (más de cien). Las hay venenosas, rojas, e incluso voladoras, según dicen; así que hay que acotar el tema, para que no se nos haga demasiado extenso. También la época, para referirme a los años 1945 a 1965.

Mi forma de considerarlas ha cambiado, ya que ahora las recuerdo con simpatía e incluso con cariño y me sería difícil comerlas; y, por el contrario, entonces yo era un auténtico depredador. Y con esto dicho, vayamos al asunto sin más demoras.

Se pueden confundir algunas veces con los sapos, ya que su apariencia no es muy diferente y a veces se hallan en los mismos lugares; pero los sapos siempre están en tierra y en cambio las ranas, aunque prefieren el agua, son anfibias y por tanto pasan muchos ratos fuera de ella. De manera que si encontramos dentro del agua un animalico que parece una rana, seguro que lo es; y si lo encontramos fuera, puede ser rana o puede ser sapo y, para distinguirlos con certeza en este caso, tendremos que tener en cuenta otras dos cosas: la primera, que las ranas se desplazan a saltos y no saben andar, y los sapos saben caminar y en cambio no pueden saltar. La segunda diferencia es morfológica y consecuente con el hábitat de ambos animales y se trata de que las ranas, por el hecho de tener que desplazarse también dentro del agua, están dotadas de unas membranas entre los dedos de sus patas traseras; en cambio los sapos no las llevan porque no han de vivir en ella.

Después de señalar las diferencias con la especie con la que más fácilmente pudieran confundirse, pasaré a exponer algunas cosas básicas acerca de las ranas:

Diré en primer lugar que son ovíparas; es frecuente encontrar en los márgenes de los ríos que las albergan, unas tiras de un material transparente y viscoso que envuelve y protege las puestas de huevos que tienen lugar después de los apareamientos. Estos huevecillos están sometidos a toda clase de peligros y es casi milagroso que alguno llegue a feliz término. En el siguiente paso del proceso aparecen lo que en Ariño llamamos “cucharones” que son animalicos que tienen forma de cuchara con una masa elíptica por cuerpo y una larga cola, que es el órgano natatorio. A este proyecto de rana le salen primero unas patas traseras, luego unos minúsculos brazos, a continuación les desaparece la cola y después de todas estas metamorfosis ya tenemos una rana tal cual, solo que en miniatura, no distinguiéndose a simple vista si es macho o hembra. En esta etapa son unos bichos muy graciosos que dan la sensación de ser muy despabilados y realmente deben serlo si quieren llegar a adultos. Para que este proceso termine felizmente es preciso sobre todo que los ríos sean poco caudalosos y tranquilos; por eso en Ariño escaseaban en el río Martín, que era caudaloso, y eran abundantes en el río Ariño, en el que apenas corría el agua. Esta presencia en el río Ariño se percibía por los vibrantes conciertos nocturnos que se oían desde la calle santa Bárbara, que se halla a una distancia de unos dos kilómetros de la zona de actuación del “coro ranil”.

Su piel es lisa y suave y tiene la notable característica de ser impermeable hacia el exterior y hacia el interior del cuerpo del animal, sirviendo eficazmente tanto dentro como fuera del agua, sin sufrir deterioro alguno. El dibujo y el color de la parte superior le permite pasar desapercibida completamente, característica que, aún siendo bastante común entre los animales, no deja de ser un hecho muy curioso. En cambio en la parte inferior la piel es blanca suave y lisa. Desconozco la razón del color y de la textura de esta, pero sin duda habrá algo que lo justifique porque todos los animales, y este en particular, veo e intuyo que están muy bien diseñados.

Los ojos son espectaculares: aunque en realidad son esféricos, en apariencia son dos hemisferios con pupilas muy alargadas horizontalmente que les proporcionan un campo de visión muy amplio, lo que les permite detectar eficazmente a los múltiples enemigos que se disputan su caza. Estos ojos se protegen rápidamente, cuando la circunstancia lo requiere, cubriéndose con los párpados y retirándose a una recámara, a través de unos orificios circulares que tienen las ranas en la parte superior del cráneo. El motivo de que los protejan así es debido a que se mueven en zonas en que la existencia de hierbas es muy inconveniente para ellas, tanto si las hierbas son altas como si son bajas, tipo césped. Finalmente diré que cuando alguna vez veo coches con faros escamoteables (virguería que solo suelen llevar los de superlujo), siempre me acuerdo de las ranas y también pienso que una vez más las hemos copiado, lo cual por otra parte es una sabia práctica.

Sus movimientos en situaciones críticas son de alta potencia respecto a su peso y por tanto en pocos segundos se agota toda su reserva energética; es decir que con tres o cuatro saltos o remadas ya no pueden continuar, circunstancia que conoce y aprovecha para cazarlas su depredador más inteligente que es el hombre; sin embargo les sirve perfectamente para evadirse de varios cazadores de su mismo nivel de inteligencia; no obstante tienen unos peligrosos enemigos dentro del agua como son las serpientes ya que, en ese medio, los movimientos de éstas son más rápidos; por eso es frecuente ver a una culebra dándose un festín con una rana. Su defensa ante las serpientes es salirse del agua, lo que las culebras de agua no pueden o no suelen hacer.

Se alimentan principalmente de mosquitos y de otros minúsculos animalillos voladores. El procedimiento de captura es también original, como todo en ellas: utilizan la lengua, que la alargan como si fuese un “matasuegras” pegajoso y a él quedan adheridos los sujetos seleccionados. De manera que también por esa propiedad de combatir a los mosquitos son unos animales beneficiosos.

Aparte de su función insecticida, nos han prestado, que yo sepa, dos importantes servicios, dejándose, además, la vida en ellos; así que lo normal sería levantarles una estatua en agradecimiento. Uno ha sido el de ser utilizarlas durante muchos años en las pruebas del embarazo: se inyectaba orina de la presunta embarazada al “rano” y si este se moría es que el resultado de la prueba era positivo. Así que, sin haberse difundido este hecho, cada uno de las pruebas positivas ocasionaba la muerte de una rana macho. El otro servicio era el de ser usadas en las tareas de investigación. Por ejemplo don Santiago Ramón y Cajal utilizó, para sus trabajos sobre el sistema nervioso que le valieron el premio Nobel, las neuronas de las ranas que, por lo visto, son tan válidas como las del hombre más inteligente ¡Quién lo hubiera dicho!

Para ir terminando, debo confesar que yo he sido muy cazador de ranas, porque tenía facilidad, me divertía con ello y me parecía la cosa más normal del mundo. A propósito de mis anécdotas sobre las jornadas de caza, citaré una vez que volví a casa con un talego lleno, y en el comedor, en presencia de mis padres, puse el talego boca abajo y le solté la cuerda, cayendo todas a la vez sobre la mesa, comenzando a saltar por todas partes, lo cual fue un espectáculo apoteósico; pero resultó tan difícil recogerlas que las tuvimos hospedadas durante bastante tiempo y por la noche incluso cantaban. Supongo que esto no sería indicativo de jolgorio sino de que pedían auxilio desesperadamente.

Actualmente no se capturan a mano pero, a pesar de que está prohibida su caza, y de que ya no se utilizan (creo) en las pruebas del embarazo, están muy escasas (o se han vuelto mudas); lo cual indica que no se está acertando en el hallazgo de los factores que las van, poco a poco, exterminando. Pero, a pesar de que la influencia del factor caza es prácticamente nula, si a alguien se le ocurriera jugar a coger alguna, el castigo se aplicaría con todo el rigor de la ley. De esta manera se da la imagen de que se está haciendo algo por la conservación de una preciosa especie en riesgo de extinción, cuando las verdaderas causas no se saben, no se pueden, o no se quieren abordar.

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