domingo, 22 de marzo de 2009

Otra de madrugadores

El hijo ha trasnochado más de lo debido y su padre, de madrugada, al borde de la pajera intenta despertarlo diciéndole con voz de ultratumba:

–Abre los ojos Miguel, que te viene Dios a ver.

El mozo, con voz soñolienta, responde:

–Ni que venga Dios ni el diablo, los ojos yo no los abro.

El padre prueba por el aspecto alimentario:

–Miguel, levántate a almorzar zorro.

Miguel contesta con desgana:

–No, que ya solo quedan las tripas y el morro.

El padre se ve obligado a gastar su último cartucho, diciendo:

–Miguel, levántate a almorzar sopas de leche.

El Miguel de pronto se incorpora y dice con los ojos muy abiertos:

– ¿Dónde, dónde están?

Lo cual prueba que, buscando el modo, muchas veces se pueden resolver problemas que parecían de muy difícil solución, como puede ser el intentar despertar temprano a un mozo que se acostó demasiado tarde.

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