jueves, 4 de diciembre de 2008

Otra de silenciosos


Hubo una época en que las sesiones nocturnas de festejo de las parejas de novios consistían en reunirse ambos, junto con algunos familiares de la novia, alrededor del fuego, después de cenar. “Allí, en plácido sosiego y armonía incomparable, pasan un rato agradable juntos al amor del fuego”. (Decía al respecto el poeta).

Los presentes iban contando sus cosas, mientras el perro atraído por las llamas y ajeno lógicamente a la conversación, aprovechaba para echarse una buena cabezadilla.

Uno de aquellos novios al que Dios no había dotado ni siquiera con regular facilidad de palabra, se pasaba sesiones enteras sin abrir la boca, hasta que un día, de repente, la abrió y dijo:

“Hablando de todo un poco, aunque les cambie la conversación... ¡Que coj... más majos tiene ese perro!”

Los padres de la novia debieron pensar: “¡Vaya cacho de novio que tiene nuestra hija!”

Y yo, por mi cuenta, añado: ¡Cuando un silencioso pertinaz dice algo de repente, cuidado con él, que seguro que no dice alguna frase lapidaria, sino simplemente cualquier parida!

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy locuaz y sicero el mozo.

Por aquella época tambien, acostumbraban a salír de paseo dominical las parajas, a
falta de otras distracciones como es natural, y también se dice de
una de éllas, en concreto del novio, que toda la dialectica paseril con su novia, se reducía a, mirar al cielo en repetidas y continuadas veces, y decir:
¡ Este tiempo... nos va ha joder...
¡ Pues... este tiempo... nos va ha joder...

Y así de este modo más ó menos, se desarrollaba el tipo en los paseos festivos que realizaban esta pareja de ariñeros, que por prudencia, no me atrevo a desvelar.

Salvador Macipe dijo...

Ramón, tu protagonista y el mío son motivo de broma por su escasa locuacidad, por su salida de tono, y por su improcedente léxico; sin embargo, cambiando de signo el análisis, es casi seguro que ambos eran unos muchachos llenos de buena voluntad y de ilusión ante la perspectiva del matrimonio, y esto, bromas aparte, es más importante que la simple anécdota.

Todo se puede ver de varias maneras (“todo es según el color...") y el resultado final depende de la comprensión que seamos capaces de tener, especialmente con los defectos de los demás.

Gracias por decidirte a hacer el comentario.

Salvador Macipe

Antonio Urdiales dijo...

Es cierto mis queridos amigos que, a veces, poco se puede esperar de los que callan mucho, pero yo añado -y me voy al tópico de enfrente- que, a veces, menos se puede esperar de los que hablan mucho. De hecho hay un refrán que dice: quien mucho habla, mucho yerra.

De cualquier forma, os aseguro que ha sido un placer pasar y leer. Seguro que regreso.

Un abrazo.

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