viernes, 26 de diciembre de 2008

Dudosa solidaridad

Hace años en Ariño los amigos solían finalizar los días festivos yendo en grupo por sus casas a tomar “la última copa”.

Se decía, aunque no puedo asegurar que sucediese realmente, que dos de aquellos amigos llegaron al atardecer de un domingo con la indicada intención a la casa de uno de ellos y, no estando sus padres, el anfitrión echó mano de una botella de licor y de dos copas y sirvió la primera para el amigo, el cual, sin pensarlo dos veces, se la echó al coleto de un trago. Acto seguido, se llevó las manos a la garganta haciendo toda clase de aspavientos ¡Resulta que el supuesto licor no era tal, sino un líquido agresivo!

El causante del accidente, en lugar de intentar curar rápidamente a su amigo, poner a buen recaudo la botella y, por supuesto pedir ayuda, solo supo exclamar: “¡Mecagüen esto! ¡Si la botella no era de anís! ¡Pues pa que veas que no lo he hecho a posta, mira lo que hago: !” Y sirviéndose la otra copa de la misma botella, se la bebió también de un trago, como había hecho su amigo.

La gente, al conocer el suceso, decía: “¡Aquellos sí que eran amigos de verdad!”.

Además de lo difícil que me resultaba asimilar este original concepto de la amistad, tampoco pude averiguar nunca lo que ocurrió con los intoxicados.

Esta anécdota es conocida en Ariño con una variante y es que sucedió en un bar (entonces se llamaba café), el suministro de la copa equivocada se produjo por un despiste del dueño y el contenido era gasolina. El causante del error también se sirvió otra copa con el mismo líquido. La versión primera es la que contaba de vez en cuando mi padre. Cualquiera de las dos pudo suceder e incluso, si me apuran, pudieron suceder las dos y, si conviene, quizá ninguna, que todas estas posibilidades se dan cuando aparecen noticias contradictorias. Yo personalmente creo que algo de esto sucedió y, puestos a creer a alguien, creo a mi padre mientras no me demuestren, sin lugar a dudas, que estaba equivocado.

Finalmente este relato me da pie para indicar algo que en las empresas organizadas tienen muy claro los jefes de Seguridad y Prevención de accidentes y es prohibir totalmente que una botella contenga algo distinto a lo que indica la etiqueta, para evitar la repetición de las pequeñas o grandes tragedias. Y no vale aprovechar la botella de refresco o de cerveza para guardar dios sabe qué con tal de poner con bolígrafo el nuevo contenido (porque esto es una medida insuficiente) ni alegar que “esta botella solo la uso yo y sé lo que hay dentro” ya que al final llega otro, echa mano de ella y ya está el lío. Esta medida de seguridad que se practica en algunas empresas es algo que debe hacerse también en cada casa, porque la cantidad de accidentes por esta causa es alta, y la forma de evitarlos consiste en poner las medidas indicadas y seguirlas exactamente. El solidarizarse con el afectado en la forma que se hizo en el relato, no sirvió para otra cosa que duplicar el problema en lugar de solucionarlo.

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