domingo, 26 de abril de 2009

La pregunta clave

Este relato se refiere a un minero residente en uno de los pueblos vecinos de Ariño, que era muy célebre en la mina por sus extravagancias y por ser padre de una numerosísima familia. Al cabo de unos días del nacimiento de un nuevo hijo, se personó en las oficinas de SAMCA para que lo incluyeran en su expediente, y le aumentaran la cifra de puntos con el fin de mejorar la correspondiente ayuda familiar.

Fue a parar a la mesa del señor Berroya, que se ocupaba de estas cuestiones, y le comunicó el motivo de su presencia. Dicho señor preparó el expediente, se dispuso a hacer la anotación y le preguntó: “¿Y cual es el nombre del chico?”. El interrogado, que no venía preparado para tal pregunta, se quedó desconcertado y respondió: “Pues… ¿sabes que no me acuerdo?”. Y, a modo de justificación, añadió: “Es que al tener tantos hijos aún no me he aprendido el nombre de este nuevo”. Estuvo un rato más estrujándose la mollera pero no consiguió sacar de ella el dichoso nombre del recién nacido. Así que “se batió en retirada” y volvió al día siguiente para completar la diligencia, pero esta vez llevó apuntado el nombre en un papel, para asegurar el buen final de la peliaguda gestión.

Esto, que sucedió realmente, me lo cuenta un buen amigo y me indica que no publique su nombre si no es absolutamente necesario. A mí me gustaría que publicase él mismo sus anécdotas y estoy seguro de que sería muy bien recibido en ENTABAN ya que es una persona muy competente y apreciada y, además de ser uno de los sinceros amigos de Ariño, tiene un extenso anecdotario y un conocimiento de muchísimos datos; sin embargo respetamos su voluntad e iremos publicando también las cosas de Ariño de mi discreto y voluntarioso amigo, sin decir, como él prefiere, su nombre.

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