Recién llegado al cuartel, un muchacho hizo algo que no se ajustaba exactamente a la disciplina militar, por lo que el sargento le propinó un espectacular sopapo. El novato, muy cabreado, exclamó: “¡Mecagüen esto..., con este trato vais a dar lugar a que, al final, no vengamos ninguno!”
La gracia de la expresión está en que en aquella época, salvo raras excepciones, era obligatorio el servicio militar; así que era totalmente impensable el no acudir a la llamada a filas.
Este es otro chiste de mi amigo Juan José, explicado con menos gracia que él y suavizada la exclamación del quinto por no atreverme a ponerla como él la decía, a pesar de que, con tal reserva, el chiste ciertamente pierde mucha contundencia.
La gracia de la expresión está en que en aquella época, salvo raras excepciones, era obligatorio el servicio militar; así que era totalmente impensable el no acudir a la llamada a filas.
Este es otro chiste de mi amigo Juan José, explicado con menos gracia que él y suavizada la exclamación del quinto por no atreverme a ponerla como él la decía, a pesar de que, con tal reserva, el chiste ciertamente pierde mucha contundencia.
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