lunes, 15 de septiembre de 2008

El engafador

En Ariño (hablo de los años cincuenta) cada cuatro o seis meses pasaba por sus calles un personaje que se anunciaba con las siguientes voces: “¡El engafador! ¡El engafador!” Y a continuación decía: “¡Se arreglan cuennncos, tinajaaas y toda claaaase de porcelaaana!”

Las mujeres salían a su paso con los utensilios que previamente tenían preparados, y le encargaban el arreglo, que se realizaba en la calle, utilizando el procedimiento de reparación siguiente:

Examinada la grieta causante del deterioro, procedía a realizar en ambos lados de la misma una serie de pequeños agujeros con un taladro muy curioso que podríamos llamar “de bolas”, que era de accionamiento manual y giro alternativo en ambos sentidos. En estos agujeros colocaba unas grapas metálicas llamadas “gafas”, que presionaban entre sí los bordes de la grieta, dejándola casi invisible. A continuación aplicaba en la zona dañada una generosa capa de cemento, hecho de cal y arena. Finalizados estos apaños y, después de abonar el módico precio de la reparación, las mujeres se iban a sus casas tan contentas, con sus recipientes de cerámica “como nuevos”.

Me parece estar viendo al engafador, hombre alto, de mediana edad, escaso de carnes y rápido de andares, cargando al hombro unas alforjas, acompañado por un perro galgo, tan ágil y despabilado como parecía su dueño.

Se decía de él, que en una ocasión salió una mujer a su paso, y le dijo:

“Tío engafador: la última vez que estuvo aquí me arregló una tinaja y al probarla resultó que tiene una fuga”. El engafador le preguntó: “¿Y qué puso en la tinaja, buena mujer?” “Agua, naturalmente”, respondió ella. “Pues ponga membrillos y verá como no se salen”, concluyó él.
Supongo que la cosa no quedaría así, porque al engafador no le interesaba crearse mala reputación y arriesgarse a perder la clientela, así que me imagino que atendería la reclamación como es debido; pero la expresión “eche membrillos” todo el mundo la conoció enseguida, quedando incorporada por acuerdo tácito al léxico popular, y aún se sigue aplicando socarronamente cuando la circunstancia lo requiere.

No hay comentarios:

Visitas desde el 15-09-2008
Visitas desde el 22-06-2009... contador de visitas
contador de visitas