jueves, 22 de octubre de 2009

Ideas, estrategias y tácticas

Cualquier realización tiene unas fases que nos conviene identificar. Me refiero a las siguientes:

La idea, que simplemente es la intención de hacer algo que se nos ha ocurrido.

La estrategia, que es el conjunto de reglas de cierto nivel, necesarias para realizar la idea.

La táctica, que sirve para desarrollar la estrategia, y es la serie de métodos precisos para ello, es decir las adecuadas reglas, que suelen ser sencillas, prácticas y numerosas.

Si falta o falla alguna de estas fases difícilmente se podrán esperar realizaciones que valgan la pena. También puede ocurrir que estemos siguiendo las fases indicadas sin tener conciencia de ello, pero si la tenemos, todo nos será más fácil, como he indicado al principio.

Todo esto que parece tan evidente, mucha gente no lo tiene claro a pesar de su importancia y, de hecho, los términos estrategia y táctica se confunden con frecuencia incluso por personas de cierta formación.

Hay personas que aplican sin dificultad las fases indicadas, pero yo he conocido otras que carecen de esa polivalencia. Por ejemplo, las hay que es raro que tengan ideas algo más que mediocres. Aunque parezca una exageración, estas abundan más de lo que imaginamos (en broma se suele decir que el número de ideas es menor que el de personas). También he conocido algunas con buenas ideas, incluso adelantadas a su época, que por falta de una estrategia adecuada no han conseguido más que realizar esfuerzos costosos e inútiles. Y finalmente, he conocido personas a las que con una buena idea e incluso con una adecuada estrategia les ha fallado el resultado por no conocer o no poder aplicar una adecuada táctica.

Muchas veces ocurre que las condiciones que se requieren para tener buenas ideas no son las mismas que las precisas para llevarlas a cabo y por el contrario hay personas con gran sentido práctico que, en cambio, no son las adecuadas para generar ideas interesantes de cierto nivel. Aquí se aprecia una vez más la conveniencia de los trabajos en equipo, ya que dedicándose cada uno a la faceta que se le da mejor, entre todos se consigue reunir los requerimientos que son precisos para llevar a cabo cualquier tarea medianamente compleja.

Con este largo prólogo he pretendido establecer unos principios operativos básicos que referidos a algo sucedido realmente (que se expone a continuación) nos permiten apreciar su aplicación práctica a un caso concreto.

Yo conocí en Ariño a dos personas (sus nombres no importan) que eran especialistas en elucubrar notables ideas. En cierta ocasión se les ocurrió la posibilidad de dedicarse al cultivo de los champiñones, compaginando esta ocupación con su trabajo habitual. La idea era buena y de hecho se han creado importantes empresas dedicadas a esta actividad. Hay que indicar que entonces apenas existía competencia a pesar de que la gente ya conocía y apreciaba estas setas y, además, el poner en marcha una empresa (incluso de alimentos) no precisaba apenas trámites administrativos; de manera que las condiciones iniciales eran claramente favorables para el desarrollo del proyecto.

Se buscó la documentación necesaria (los libros eran traducciones de otros franceses, ya que en Francia, especialmente en temas de alimentación, han estado hasta hace no mucho tiempo por delante de nosotros), y esta información se completó recogiendo direcciones de proveedores de semilla (micelio) que venían anunciándose en revistas y que la servían desde ciudades como Madrid y Barcelona.

Se decidió que el lugar de cultivo sería una bodega pequeña de suelo con poca pendiente que era propiedad o estaba disponible para uno de los socios. Se barrió a fondo, se preparó arena y estiércol que debía ser, según las instrucciones, de caballo, se mezcló todo bien, se realizaron los caballones y, cuando se recibió el micelio, se procedió a su siembra.

Para mí (que tenía curiosidad por el tema y lo seguía de cerca) había en la operación al menos dos puntos dudosos, como eran la difícil comprobación de la calidad de la semilla y la falta de control de las condiciones ambientales. Esta última parte no se había resuelto por temor a realizar una inversión de cierta importancia sin confiar plenamente en los resultados del proyecto; así que se optó por suponer que, más o menos, el ambiente de una bodega era el apropiado para este tipo de cultivo.

Los socios visitaban mañana y tarde la bodega esperando ver surgir las setas abundantemente como las habían visto en las fotografías de libros y propagandas. Ciertamente la operación de visita tenía sus riesgos (casi no hay cosa sin riesgos, pero en este caso eran mayores) porque la vieja puerta de la bodega se abría y cerraba con dificultad y las paredes que la flanqueaban, hechas de mampostería antigua, no eran estables en absoluto.

Para prevenir posibles percances, los socios acordaron ir siempre a la visita los dos juntos y mientras uno intentaba abrir o cerrar la bodega, el otro observaba desde cierta distancia los movimientos de la pared para avisar al de primera línea en caso de que esta se viniera abajo. En tal caso, aquel, por medio de rápido salto, debía alejarse de la puerta para que no le cayeran las piedras encima, lo que sin duda le ocasionaría un grave accidente.

Gracias a Dios no ocurrió lo que temían, pero las setas por más que las visitaron no se decidieron a surgir, con lo cual los emprendedores dieron por finalizada la empresa repartiéndose los gastos, y sin saber a ciencia cierta la causa del fracaso; sin embargo ocurrió que al año siguiente, cuando las dejaron tranquilas, salieron bastantes setas (tampoco demasiadas) y al menos pudieron hacerse los socios unas tortillas de champiñones, y repartir algunos más entre los vecinos.

El análisis de la operación según los criterios inicialmente expuestos nos hace ver que la idea fue buena, pero la estrategia y la táctica resultaron equivocadas, y con ello se perdió la oportunidad del nacimiento de una nueva industria en Ariño, cuando partiendo de la misma idea se pusieron en marcha numerosas empresas perfectamente rentables en distintos puntos de España, en las que sin duda resolvieron adecuadamente las cuestiones de estrategia y de táctica necesarias para lograr un resultado conveniente.

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